Voz en off:
Dicen que la mejor formar de captar la
atención de un espectador, oyente o lector es mencionar el hecho de que se va a
contar una historia. Así, tal cual. Genera curiosidad casi de inmediato. Viene
a cumplir esa máxima de que somos humanos, somos curiosos.
¿Está a la altura de esa curiosidad
inicial tan humana la película franco-canadiense Café de Flore?
Como suele pasar con el cine, la
respuesta es que es cuestión de gustos. Desde que se estrenó a mediados de
agosto, el filme ha ido cosechando críticas que han ido desde las muy buenas,
las tibias hasta las muy malas.
Dirigida por el canadiense Jean-Marc Vallée,
Café de Flore es un viaje emocional a
través de dos historias. Con una salvedad, estas historias no suceden ni en el
mismo lugar ni comparten el mismo tiempo, aunque estén extrañamente unidas por
medio de un hilo invisible.
Durante gran parte de la película un@ no
puede dejar de preguntarse cómo irán encajando las diferentes piezas. Y ésa es
precisamente la intención del director, que sea el espectador quien juegue, quien intente
formar el rompecabezas. En su ayuda vendrá la música.
Si uno de los protagonistas es dj, se
puede decir, como tantas críticas han apuntado, que el filme es en sí mismo pura
remezcla y la música otra protagonista.
Al fin y al cabo, tiene todas las claves.
Nada raro si tenemos en cuenta que Vallée es un melómano empedernido y que ya
demostró con la película C.R.A.Z.Y (2005) de lo que puede ser capaz con tal de vincular música y cine .
Pero ¿qué cuenta exactamente Café de Flore?
Situémonos, primero.
-La remezcla de la vieja canción Café de Flore de Matthew Herbert suena en una discoteca…
La historia de Antoine, un dj famoso,
enamorado de su nueva pareja, con dos hijas, pero con un sentimiento de culpa
profundamente enterrado en su interior, que lo sigue vinculando con su ex
mujer, Carole.
-La vieja canción Café de Flore suena un tocadiscos sesentero…
La historia de Jacqueline, madre coraje de un niño con síndrome de down, Laurent. Al que se empeña en educar para que pueda valerse por sí mismo y para que a su vez pueda superar la fatídica edad de los 25 años (esperanza de vida) y vivir una larga existencia.
Voz en off:
Y ésta es la historia de un niño que no lo
tiene todo para ser feliz, pero además tampoco tiene la lucidez para ser
consciente de ello.
¿Existen
las almas gemelas?
Llegados hasta este punto hay que decir
que Café de Flore no es una película
fácil. No, a menos que se esté dispuest@ a sentir y a experimentar con lo que
se está viendo en la pantalla.
Se ha tachado a Café de Flore de pecar de un exceso de lirismo, lentitud, densidad, fantasía… Los adjetivos han sido muchos y diversos, pero uno de sus aciertos es buscar, precisamente, la complicidad con el espectador.
No hace falta ser un entendido en la
materia para poder deleitarse casi con cada plano y composición; con juegos de
enfoque y desenfoque maravillosamente cuidados; con una fotografía luminosa,
etérea en unos momentos, en tonos sepia en otros, que construye los dos
escenarios en los que se desarrolla la acción: París, años 60-Montreal, en la
actualidad.
¿Dónde están las almas gemelas?
En que las dos historias que se nos están
contando son sendas historias de amor, con triángulo incluido, pero,
además, para rizar el rizo, sus protagonistas comparten la férrea creencia de que existen las almas
gemelas.
De ahí la tortura de Jacqueline. ¿Puede ocupar alguien más el corazón de su hijo Laurent?
De ahí la tortura de Antoine. Si ya has
sentido esa conexión una vez, ¿la puedes volver a sentir por otra persona? ¿Es
lícito que haya dos almas gemelas en la vida?
El director resume su teoría en un maravilloso
plano que lo dice todo: dos manos que se buscan, que se encuentran, que se
reconocen… y que se separan sin que eso sea un adiós definitivo. Un simple gesto,
una simple caricia robada, que anuncia una historia de amor que nace y otra que
muere.
Que muere... Porque la teoría de Vallée no estaría completa sin la idea de la reencarnación, del destino… Ya que sólo después de perfeccionarnos, por medio de diversas
reencarnaciones, podremos llegar a encontrar a esa persona que nos complementa,
que nos completa, con la que realmente formamos un uno, el todo que se supone
que somos en origen.
Fin
Del final sólo diremos que es bastante impactante. Destacar las actuaciones de Vanessa Paradis, soberbia en su papel de madre coraje; de Kevin Parent más que creíble en su papel de Antoine; y de Hélène Florent, la desgarradora, pero digna hasta el final, ex mujer de Antoine.
Café
de Flore es una película
para todos aquellos que quieran embarcarse en un viaje emocional a ritmo de remezcla, para todos
aquellos a los que les guste el cine cómplice y, claro está, la música.
Os dejamos el tráiler.
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