Situémonos. Reino Unido.
El Primer Ministro es
despertado por su gabinete de crisis con la noticia de que la princesa más
popular y más querida por el pueblo ha sido secuestrada. Sus captores ya lo han
colgado en Youtube y publicado en Facebook. Imposible parar o esconder el
bombazo. A cambio de su liberación y de su vida, él debe mantener relaciones
sexuales con un cerdo. ¡Ah! Y debe hacerlo públicamente, esto es, por
televisión, cumpliendo con ciertos criterios técnicos de iluminación,
encuadre...
No es ninguna broma, aunque
sí ficción. Se trata del primero de los capítulos de la miniserie británica Black
Mirror, The National Anthem (El
Himno Nacional).
Se estrenó por estas fechas
hace un año, en la cadena Channel 4 y,
aunque much@s no lo sepan, aquí en España la emitió Cuatro a finales de agosto.
Es complicado explicar qué es
y qué supone Black Mirror, pero en uno de los blogs de cultura del periódico
El País la periodista muy
acertadamente definió a esta serie como una bofetada en tres actos.
En tres, porque cada capítulo
es independiente y lo que los une es una interesante reflexión sobre el impacto
que las nuevas tecnologías pueden tener en nuestras vidas. Por supuesto, el
guiño distópico es más que evidente y la crítica también. ¿Podemos llegar a eso?
PRIMER
ACTO
Que en 5 minutos el arranque
del primer capítulo de una serie te deje literalmente flipando tiene mérito hoy
en día. Un@ tiene la sensación de que lo que está viendo es algo totalmente
nuevo.
No es que sea irreverente, atrevido,
polémico, morboso… que lo es. Es que, además, el mensaje es tan brutal que te
mantiene expectante hasta el final. Preguntas y más preguntas... ¿Será capaz el Primer Ministro de mantener
relaciones sexuales con un cerdo? ¿No será capaz? ¿Qué haríamos en su
situación? ¿Qué pasará si lo hace? ¿Qué opina la gente del tema y cómo reaccionará ante
lo que pueda suceder?
Obviamente, no os vamos a contar el final. Sólo deciros que en The National Anthem son el comportamiento y la reacción de
los medios de comunicación, del público y de las redes sociales las que son
diseccionadas ante nuestros ojos.
SEGUNDO
ACTO
¿Y si en un futuro tuviéramos
que pagar por formar parte del espectáculo de los medios de comunicación de
masas, pero además fuese nuestra única oportunidad de escapar de una vida
pixelada?
En 15 millions merits, el
segundo de los capítulos de Black Mirror,
la trama se desarrolla en un futuro tremendamente distópico, al estilo de Un mundo feliz de Aldous Huxley, sólo
que en versión avatar.
Se consumen productos por
medio de dinero virtual que un@ gana pedaleando sobre una bicicleta estática,
al tiempo que se mira obligatoriamente a una pantalla de televisión.
Pantallas, pantallas,
pantallas… No se puede escapar de las imágenes, bombardean, durante las 24
horas del día, las rutinas y retinas de una sociedad deshumanizada, adormecida
y acrítica.
La única oportunidad de
romper con esa rutina demencial de pedaleos e imágenes es la de conseguir los
15 millones que cuesta la participación en una especie de concurso de talentos,
al estilo de Factor X.
Por supuesto, el jurado y el
programa rizan el rizo en materia de crueldad y manipulación, hasta el punto de
que, por ejemplo, los concursantes son drogados antes de salir a escena.
Y, llegados hasta aquí, surge
el eterno debate. ¿Son los medios quienes imponen qué se tiene que ver o los
espectadores tienen margen de maniobra?
Es decir, ¿la gente demanda
esa programación o los medios imponen aquello que puede suponerles más
audiencia, más publicidad, por tanto más dinero?
En 15 millions merits no hay margen de maniobra… ¿O sí? ¿Todavía puede
haber algo de esperanza?
En este caso, nos llega de la
mano de chico especial y diferente que conoce a chica con algo especial y
diferente, y decide ayudarla para que llegue al concurso y pueda marcar la
diferencia.
¿Ganará el sistema? ¿Ganarán
los diferentes?
TERCER
ACTO
Y para rematar la bofetada… The
entire history of you (que
traducido sería algo así como: tu historia completa).
Si el primer capítulo nos ha pillado
por sorpresa, si el segundo nos ha dejado con la boca abierta, el tercero es la
confirmación de que nos han dado una buena y completa bofetada.
De distopía en distopía…
Aunque este sea considerado el episodio más profundo o con más trasfondo de los
tres.
Lo que se nos muestra es también
un futuro distópico, sólo que en este caso no podemos escapar de nuestras
propias vivencias.
Cada momento de nuestro vida es registrado y almacenado en
un chip implantado que se maneja con un mando a distancia y que puede
proyectarse en cualquier lugar, también en la pantalla de nuestros ojos. Una
reminiscencia a la película Minority
Report (Steven Spielberg, 2002).
Pero ¿qué pasaría si todo el
mundo, todo el mundo, pudiera tener acceso a nuestra memoria virtual?
Bienvenidos al mundo
de In memoriam.
Es como poder volver, una y
otra vez, al recuerdo que elijamos, pero a lo bestia. Llevamos la película de
nuestra vida en el cuello y la cámara somos nosotr@s mism@s.
La cuestión es: ¿Podemos llegar a
distorsionar nuestros propios recuerdos de tanto rebobinar, de tanto volver a
ellos? ¿Tenemos derecho a invadir y contemplar los recuerdos o vivencias de
otras personas?
La respuesta os la dejamos a
vosotros.
Respecto al creador de Black Mirror, Charlie Brooker, fue
también responsable de la serie Dead Set: la muerte en directo, que
en su momento consiguió 5 nominaciones a los Premios Bafta. Otra serie que deberíais tener en muy cuenta si lo que
buscáis es ver algo diferente.
Por cierto, el éxito que ha cosechado Black
Mirror en todo el mundo le ha asegurado una nueva temporada.
Os mantendremos informados.
Teaser de CHANNEL 4:
(Gracias a nuestro compañero David Coll (www.elcriticoll.blogspot.com) por recomendarnos esta magnífica serie).
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